-
Arquitectos: Carlos Castanheira
- Área: 286 m²
-
Fotografias:Fernando Guerra | FG + SG, Courtesy of Carlos Castanheira
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Conozco bien la ciudad de Oporto. Pensé. Fui hasta la Fontinha, justo en el centro de Oporto, y entré en una pequeña finca con un aire bucólico, como si estuviera en medio del campo, pero protegida por altos muros. Ya había una casa allí, la de mis padres. Con una torre desde la cual se podía ver toda la urbanidad de Oporto, incluso la desembocadura en el Atlántico.
En la parte agrícola, no faltaba nada. Los animales, las plantas, las frutas e incluso una pequeña producción de vino verde, registrada, la única en Oporto. Conocí un poco más de Oporto. Algo único. Tan único que a alguien se le ocurrió clasificar las coles, los melocotoneros y los nabos. Divagaciones mediocres.
Al final del patio querían una casita. De madera. Cuando la visité, me advirtieron de que debajo de un metro de tierra vegetal habría granito. El granito duro que caracteriza a la ciudad.
Respetando las distancias, la casa se eleva del suelo para no perturbar demasiado el subsuelo. Sobre una base de hormigón, una estructura de madera formada por dos Us que juntas dan a la casa forma de H. La U delantera -al sur- contiene las zonas sociales: cocina, comedor y salón. La U trasera -al norte- contiene los tres dormitorios.
En el centro se encuentra el vestíbulo y, en una entreplanta, una pequeña oficina. En un pequeño sótano, la imprescindible bodega y el espacio técnico completan el programa. Cada espacio se caracteriza por su techo de madera, creando un juego de volúmenes de techo que, aunque similares, son diferentes en forma y tamaño.
En la parte delantera, dos cubiertas permiten estar fuera, pero dentro. En el interior, la estructura de madera es también el acabado y el revestimiento. En el exterior, todo está revestido de cobre, dejando a la vista parte de la estructura de madera, los marcos de las ventanas y el cristal que separa y conecta el interior del exterior.
Las coles, los melocotoneros y los nabos siguen ahí, pero también hay un jardín, porque todo se transforma por la necesidad de vivir. De vivir mejor y en armonía. Entramos en Casa da Fontinha, ya habiendo salido de Oporto.
Sólo es posible con la ayuda de unos pocos y la molestia de muchos.
9 de julio de 2023 Carlos Castanheira